Opinión | Silvia Velasco Chano | Agosto de 2024
Socialismo es violencia en cualquiera de sus formas: verbal, política, económica, militar, paramilitar solo para nombrar algunas. Es un nombre puesto a “el fin justifica los medios”. Es una amenaza al orden de la sociedad. Venezuela necesita soluciones y éstas no vendrán desde el chavismo tozudo que se aferra al poder a pesar de las evidencias públicas de su derrota. Entonces ¿cómo encontrar una salida desde lo internacional sin que Maduro recurra a su cacareado discurso de soberanía y autodeterminación? Y lo más importante, ¿cómo asegurarnos que el socialismo no se vuelva a disfrazar de democracia para entrar en nuestros países?

Herramientas democráticas débiles
El 28 de julio el pueblo se pronunció: 25 años de una Constitución diseñada al antojo de unos resentidos ya fue suficiente. Maduro no contaba con que la oposición publicara los resultados tan rápido, su incompetencia no le permitió anticiparse a fraguar sus propias evidencias tramposas que sustenten su infundada ventaja.
Ya van 15 días y aún no hay salida democrática, al contrario, el balance es muy lamentable. Esto demuestra que nuestras herramientas para defender la democracia son extremadamente débiles.
¿Es posible una salida democrática?
He escuchado a algunos politólogos y puedo decir que hay muchas buenas propuestas, sin embargo no dejan de ser solo ideas difíciles de ejecutar cuando uno de los actores no tiene intención de aceptar alguna de ellas o al menos negociar, porque está declaradamente apertrechado al poder.
La no publicación de resultados oficiales, la eliminación de la papeleta electoral de millones de venezolanos radicados en el exterior, la expulsión de observadores internacionales, el ejercicio del poder de un mismo partido por más de 25 años y una Constitución alcahueta que lo permite, parecen no ser suficientes argumentos para sacar al caudillo de Miraflores como se merece.
¿Dónde están las instituciones que dicen fueron creadas para asegurar la democracia, el bienestar económico y social de los Estados miembros, mantener la paz, seguridad internacional, y proteger los derechos humanos?
Para muestra un botón: la OEA en su intento de instar a Venezuela a publicar los resultados electorales, no consigue mayoría. Esto lo único que demuestra es que si tienes aliados cómplices puedes salirte con la tuya.
La comunidad internacional y el socialismo
Los casos de Rumania, Libia, Alemania, Corea, Cuba, Rusia por mencionar unos pocos (que evidentemente no lo son), han aportado suficiente material de estudio y análisis en lo histórico, político, económico y social para comenzar a pensar en una estrategia de salida. Si no resulta fácil combatir las dinastías y tiranías arraigadas por décadas, al menos no se debería permitir que ningún país corra el riesgo de entrar a este terreno.
¿Es hora de actualizar una Carta democrática interamericana que huele a impunidad? ¿reescribir ese papel volverá a hacer que volvamos a creer en la democracia representativa? Esta es una invitación a abrir los ojos: a quienes leen mis líneas, a estudiar al candidato que busca el poder, su perfil técnico, político y sobre todo humano. Esto implica desprendernos de romanticismos ideológicos y procurar la objetividad, difícil pero no imposible.
A los organismos internacionales un llamado a la reflexión sería insuficiente, su accionar debe ser categórico y urgente: una versión más astuta de dictador habría fabricado un fraude descarado con las respectivas evidencias con lo cual se habría perfeccionado aún más su cesarismo. Esto implica diseñar mecanismos que eliminen una mayoría simple en asuntos de trascendencia regional y mundial, obtener información de la voluntad del pueblo con el apoyo de los espacios diplomáticos, diseñar estrategias para evitar que nos vuelvan a engañar con su camuflaje de democracia, y otros que se escapan de mi dominio. No se qué más tengamos que hacer pero debemos asegurarnos de que no vuelva a pasar.
Socialismo camuflado nunca más
Hoy es Venezuela, mañana podría ser Colombia y por qué no, también Ecuador. Lo de Venezuela es crucial: si el pueblo o desde lo internacional logran hacer justicia, será la chispa para poner fin a otras dictaduras; de igual forma si no lo logran, será inspiración para otros tiranos alrededor del globo. Socialismo es violencia, está en su ADN, revolución o muerte rezan sus postulados. Joaquín Sabina abrió los ojos hace un par de años: “El fracaso del comunismo ha sido feroz, ya no soy tanto de izquierdas porque tengo ojos y oídos y cabeza para ver lo que pasa”. No podemos desperdiciar un solo voto, es hora de reflexionar.